Había una vez una
simpática familia de osos: Papá Oso, Mamá Osa y su hijito pequeño. Para
desayunar, Mamá Osa había preparado una deliciosa sopa de avena, pero como
todavía estaba demasiado caliente les dijo:
-¿Por qué no vamos a
dar un paseo mientras esperamos a que se enfríe?
-Buena idea, ¡allá
vamos! – respondieron los dos osos.
Entonces salieron por
la puerta y fueron hacia el bosque, pero poco después pasó por su casa una
pequeña niña llamada Ricitos de Oro debido a sus rubios tirabuzones. Al
encontrar la puerta entreabierta, como era una niña muy curiosa entró sin
llamar primero.
![](https://cuentosinfantiles.mx/wp-content/uploads/2018/12/ricitos.jpg)
Después, la niña entró en el salón, donde
se encontró con un sillón grande, uno mediano y una sillita pequeña. Intentó
sentarse en el sillón grande, pero era demasiado blando. Acto seguido, probó en
el mediano, pero era demasiado duro. Por último, se subió a la sillita, que era
perfecta para… ¡PATA PUM! En ese momento la sillita se rompió y Ricitos de Oro
se cayó patas arriba.
![](https://pbs.twimg.com/media/EEyO-tDVUAEolwt.jpg)
Al cabo de una hora los tres osos
regresaron a casa y, al ver los platos vacíos y la sillita rota, se preguntaron
qué había podido pasar. Buscaron por todas partes y por fin entraron en la
habitación, donde Ricitos de Oro dormía plácidamente. El osito pequeño exclamó:
-¡Mirad, ha sido ella! ¡Además se ha
dormido en mi camita!
La niña se despertó de repente y, viendo
a los osos a su alrededor, gritó muy asustada:
-¡Socorro, tres osos feroces!
Rápidamente bajó corriendo las escaleras
y se alejó a toda prisa de la casita, dejando atrás a la sorprendida familia,
que nunca más volvería a tener noticias de la niñita.
FIN
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